Saltar al contenido

Del bloqueo a la voz: el viaje silencioso del impostor

Todo empezó con una pregunta.
Una que no se hace en voz alta,
pero que cuando aparece, no te deja en paz:

¿Y si todo esto que estoy haciendo… no tiene sentido?

No era una crisis. No era un drama.
Era algo más profundo: una duda existencial disfrazada de cansancio.

Durante meses, incluso años, me moví como pude.
Daba sesiones sueltas, tenía ideas potentes…
pero me faltaba foco. Compromiso real. Una brújula interior.

Y ahí estaba él.
Silencioso, sigiloso,
pero constante: el síndrome del impostor.

Esa voz que te dice que no estás preparado.
Que en cualquier momento alguien va a descubrir que no eres tan bueno como aparentas.
Y te paraliza.

No me gritaba. Me desgastaba.
Poco a poco. Como si mi energía se fuera por una grieta que no lograba cerrar.

Hasta que paré.

No fue porque lo tuviera todo claro,
sino porque ya no podía seguir igual.

Y me hice otra pregunta:
¿Y si en lugar de seguir huyendo, empiezo a hacerme responsable de mi verdad?

Ese fue el punto de giro.

Volví al propósito.
Volví a mí.
A lo esencial.

Recordé por qué empecé:
porque creo en la comunicación como una herramienta de transformación,
no como una simple técnica de exposición.

Y con esa claridad, empecé a hacer algo que me había costado toda la vida:
mirarme con honestidad. Practicar la autocrítica.

Pero no la autocrítica que castiga.
No la que te deja tirado.
Sino la que te pone frente al espejo y te dice: «esto puedes mejorarlo, y eso está bien».

Porque sin autocrítica, no hay evolución.
Y sin evolución, no hay camino.

Empecé a hablar distinto.
A escribir distinto.
A enseñar distinto.
No desde la perfección. Desde la verdad.

Mi voz ya no temblaba por miedo. Vibraba por propósito.

Y desde ahí, todo cambió.

Hoy no te hablo como alguien que lo ha superado todo.
Te hablo como alguien que lo sigue eligiendo cada día.
Alguien que aprendió que el síndrome del impostor no se vence,
se desactiva… cuando empiezas a escucharte con respeto.

Y si tú también sientes ese bloqueo,
esa sensación de no estar a la altura…

Solo te digo esto:

No eres un impostor.
Eres alguien en camino.
Alguien que se está preparando para hablar con el alma.
Y esa voz —la tuya— puede transformar mucho más de lo que crees.


ESTRUCTURA UTILIZADA: 2. Viaje del Héroe Simplificado (Fórmula 300)

Una estructura perfecta para contar historias reales y transformadoras.

Esquema:

  1. Inicio con una duda o quiebre personal
  2. Etapa de bloqueo o confusión (síndrome del impostor)
  3. Momento de decisión (hacer una pausa y hacerse responsable)
  4. Proceso de transformación (autocrítica, propósito, coherencia)
  5. Renacimiento y mensaje inspirador

Este post ha sido creado con una de las estructuras estrella del curso Fórmula 300.

Si tú también quieres aprender a construir mensajes con claridad, emoción y estrategia,
únete hoy mismo por solo 99 € al año.

Cada semana recibirás una nueva estructura, gancho o cierre para comunicar con impacto.

Empieza tu transformación aquí →

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *